viernes, 29 de febrero de 2008
Genealogía del Pogo
“nunca había tenido conciencia de aquella situación
(Edgar Allan Poe – El hombre de la multitud)
A lo largo del campamento se disponen varias tribus. Son lugares prefijados por la fuerza viva de la moda, que sabemos, en otros tiempos, provocarán risa y carcajadas.
Pero ahora la palabra pogo sigue queriendo decir consenso. Consenso artificial, por supuesto, ¿o hay alguno que no lo sea? El consenso no es la democracia, demencia de nuestra época de cultura de masas. Pero consenso al fin, y como un gran consenso impersonal, todo pogo reclama agresividad, agresividad controlada o no, agresividad o manifestación de ella, en verdad, una agresividad que no es tal, una agresividad que está a medio transitar entre la convulsión y el baile, por lo tanto una agresividad a medias sublimada. Toda canción, si rockea, tiene diversos climas y atmósferas, los cuales repercuten en diferentes respuestas fisiológicas y rítmicas, no sólo de un cuerpo, el cual por sí solo puede poco y nada, sino del cuerpo con cuerpo en cuestión. Pero entremos al campamento, caminemos por la barra, las escaleras y las zonas de reparo. Divisemos, desde lejos, y si es posible desde arriba, esas olas de mar de cabellos alterados. ¿Pogo? ¿Adónde hay pogo se pregunta el forastero? Mira que por allí uno salta antes o a destiempo del riff, pero segundos después se da cuenta de que corrige su compás en la marea de saltos correctos que lo vuelve indefinido en el oleaje de todos. Suele suceder también que en la turbamulta de la agitación se crean cada tanto unos ojos de tormenta; pequeños círculos de diámetro pequeño pero de centro indeterminado, una especie de esfera de Pascal, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Pero cuando el centro caprichosamente decide expresarse, podemos decir que puede ser o bien por motivos solidarios o naifs, un transeúnte atándose los cordones o alzar a un caído en combate; o bien por motivos non sanctos, un fanático que pretende revolucionar su zona de acción-erección, creando un mini boliche de cuerpos voladores o estableciendo un pequeño escenario para que sus vecinos ocasionales puedan gozar de sus informes aleteos, los cuales serán pronto aplastados por el desinterés del resto. El fuego, otro elemento, también lograba agitarse en pequeños recipientes de gas líquido llamados encendedores, los cuales están siendo reemplazados por ese mefistofélico aparatito con el cual le vendemos nuestra alma al tren de la Historia, y con esto, a pesar de que algunos no lo quieran entender, le estamos dando la razón a Hegel, el cual, no lo dudo, estaría ahora saltando y haciendo pogo en un recital de Cristina Aguilera. Pero volviendo a nuestro viejo y querido pogo, es de destacar la habilidad de muchos en determinados momentos. Cuando la marea de esos cuerpos saltantes comienzan a presionar sobre el cuerpo de algunos, estos empiezan a crear una especie de dique o de represa instantánea que se desvanecerá en pocos segundos, pero que será lo suficientemente fuerte, o mejor dicho plástica, para contener esas pesadas e inquietas langostas. Así algunos disponen de muchas tácticas. Los de mayor peso, por razones obvias, no les traerá mayores dolores de cabeza, lo que sí a los flacuchos y livianos que se asemejan a las orillas de los ríos y del mar, porque siempre están corriéndose del límite de contención. Estos últimos adquieren a veces extrañas habilidades; por lo general, cuando tienen suerte, se prenden a la manga de langostas y son llevados con ella; otras, cuando incontenible la marea, son obligados a caminar entre la tierra y el aire generando una curiosa habilidad, que es a los ojos de espectadores, una forma de caerse y no caerse al mismo tiempo. Curiosa habilidad, porque a juzgar por los cortes y quebradas que están sometidos a realizar, hace pensar por cierto en una especie de memoria colectiva de los cuerpos, que recuerda por algunos momentos al baile del tango, otrora pícaro o elegante, devenido hoy experiencia del sudor...
Cáncer de amor
Llamame, llamame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame.
Dale, llamame.
Que me llame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame, llamame.
Llamame, llamame, por qué no me llama?
Llamame, llamame.
Por qué no me llama?
Que me llame che.
Mierda, que me llame, llamame, que me llame, llamame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame, llamame.
Llamame, llamame, llamame, llamame, que me llame.
Que me llame, que me llame, llamame, llamame, llamame.
Que me llame, llamame, que me llame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, por qué no me llama?
( riiiiiiing riiiiing )
( riiiiiiing riiiiing )
Me está llamando, me está llamando.
Sí!!! Me está llamaaando!
( riiiiiiing riiiiing )
( riiiiiiing riiiiing )
Escuchen toooodos!!!
Me está llamando!!
( riiiiiiing riiiiing )
( riiiiiiing riiiiing )
Me llama, me llama, me llama!!!
Yo sabía, me está llamando!!
( riiiiiiing riiiiing )
( riiiiiiing riiiiing )
Hola??
( tuuuuuuuuuuuu )
Sí? Hola?!?!?
( tuuuuuuuuuuuu )
Holaaaa!!!
( tuuuuuuuuuuuu )
…
( tuuuuuuuuuuuu )
…
Llamame, llamame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame.
Dale, llamame.
Que me llame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame, llamame.
Llamame, llamame, por qué no me llama?
Llamame, llamame.
Por qué no me llama?
Que me llame che.
Mierda, que me llame, llamame, que me llame, llamame.
Por qué no me llama?
Llamame, llamame, llamame, llamame.
Llamame, llamame, llamame, llamame. Que me llame.
Que me llame, que me llame, llamame, llamame, llamame.
Que me llame, llamame, que me llame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame, llamame…
Las burbujas
“Yo amo a aquellos que no saben vivir más que para desaparecer,
porque ésos son los que pasan al otro lado.”
FRIEDRICH NIETZSCHE
“¡Hay que colgar ese mugriento sobretodo del pesimismo!”
LEOPOLDO MARECHAL
–¡Pero vos no vivís en el universo! ¡Vos estás encerrado en una burbuja!
En silencio absoluto y sin querer discutir, había llegado a una nueva conclusión, esto es, a que el universo no era el sitio o el lugar adonde pertenecía.
Ya había sido expulsado de la “realidad”, pero esto del “universo” era algo radicalmente nuevo. Quizás hubo de sorprenderse porque había sido tocada su última certeza, la de que el universo, al pensarlo, “era”. Sólo era en tanto lo pensara o lo percibiera, cogito ergo sum.
Burbujas, burbujas... rumiaba:
– ¿Y si fuera cierto? ¿Y si todo aquello que creí como cambios y transformaciones en mi vida, muertes y renacimientos mediante, no hayan sido otra cosa que una sutil mentira? ¿Será como decía Schopenhauer, que “las cosas pasan en el mundo como en las comedias de Gozzi, donde las mismas personas aparecen siempre con las mismas intenciones y la misma suerte. Los motivos y los sucesos difieren, sin duda, en cada argumento, pero el espíritu de los sucesos permanece siendo el mismo”? Entonces... ¿seguiré siendo el mismo? ¡Qué decepción si así lo fuera! No tanto por ser el mismo, sino por haberlo ignorado tanto tiempo y más precisamente por haber querido convencer a los demás de lo contrario. Pero, un momento, ¿qué estoy diciendo? ¿es posible tener la certeza de que todas mis voluntades de ser-otro hayan fracasado? No. Si yo no soy el mismo de ayer es tan sólo porque es imposible de aprehender sin resto un soy-hoy, que es la función del “yo”; ¿cómo puedo estar tan seguro de quién soy yo ahora?, sólo a los que están muy seguros les parece fácil la medición. Es que mi pasado no está quieto, y por la sencilla razón de que mi presente no se reduce a una apariencia, aunque sin dudas esta apariencia fantasmal que podríamos llamar “yo”, nos tiente a jugar al más sutil y engañoso de los juegos: el de la repetición...
Burbujas, burbujas... rumiaba, qué metáfora más gastada, la gente la dice y la repite tanto que ya no sé lo que quiere decir. Vamos a investigarlo...

¡Qué mejor y más peligroso que evocar el recuerdo! Si me dirijo hacia un remoto pasado, no encuentro otra cosa que una gran fascinación. Fascinación por ver burbujas de jabón flotar en el aire. Es hermoso y mágico ver que con un solo soplido se pueden crear miles y miles de burbujas instantáneas, bellamente fugaces y sin esa terca voluntad de permanencia. Pero sin dudas este no puede ser el sentido de aquella metáfora, ya que toda burbuja tiende a estallar y a romperse, por lo tanto sería lo contrario de aquellos que se mantienen siempre cuidando su buena forma, y exigiendo a su vez que se cuide la de los otros.
Además una burbuja está muy lejos de encerrar el saber y cristalizarlo. Nunca el conocimiento fue para ella una aventura tediosa y gris. Una prueba científica a favor de esto, consiste en que las burbujas (está demostrado), pueden interferir la luz, diríamos nosotros, pueden interferir el conocimiento, y desplegar sobre su cuerpo los preciosos colores del arco-iris.
Por lo que me pregunto, ¿cómo algo tan bello como una burbuja pudo haber terminado en tan triste latiguillo popular? ¿usted lo sabe? Yo no, mas espero que podamos juntos comprenderlo y para eso necesito que me envíe muchas pruebas, de todo tipo, para así poder inductivamente convalidar nuestra teoría.
Al decir que las burbujas encierran, se está olvidando una pregunta inicial y más importante: y entonces ¿quién encierra a las burbujas?... Es como el cuento del huevo o la gallina, no me vengan a joder con que las burbujas encierran, cuando todavía el homo sapiens no pudo resolver si fue primero el huevo o la gallina, ¡qué querés!
¿Y adónde están las burbujas? Necesito saberlo, porque cuando me sirvo un vaso de soda, a la hora y media ya no las encuentro más... Que poco serias que son, así nunca podrán ser una variable de confianza. Por lo tanto nunca podrán acceder al prestigioso laboratorio de experimentación. Ya lo dijo Popper, son irrefutables, son no-ciencia.
Además de poco serias se la tiran de liberales, pues se liberan ni bien se abre una botella de vino espumante. Y que las burbujas se liberen confirma aquel viejo dictum latino que dice: “in vino veritas”, que no se refiere más que a la liberación de ciertas ataduras sociales, propiedad del vino tan estimada por los griegos y los romanos.
Decíamos que para Popper las burbujas serían no-ciencia. Sin embargo, según los cosmólogos, hay en el Universo, por lo menos 10 veces más materia oscura que materia luminosa. Esto se explica según la teoría del Big Bang sobre el origen del Universo. Esta materia oscura está formada por unas partículas que sólo se ven afectadas por la cuarta fuerza fundamental que es la gravedad. Sucede que cuando el Universo surgió del Big Bang, la materia ordinaria y la radiación se desacoplaron, y las partículas de materia oscura, dispersas irregularmente por el espacio, crearon enormes baches gravitatorios. Cualquiera se puede preguntar ¿qué tiene esto que ver con las burbujas? Y es que alrededor de burbujas oscuras carentes de galaxias, se han podido formar y distribuir las estrellas y los cúmulos de galaxias.
Creo que al menos una sola cosa no se discute, que este Universo tiene baches y agujeros; basta leer a Freud sin tantas vueltas para convencerse de ello.
Entonces, recapitulando: las burbujas pueden muchas cosas, por ejemplo, pueden interferir la luz, pueden liberarse y también pueden estallar. Están por todos lados, ¿o me parece a mí? Avísenme porque a esta altura estoy viendo burbujas por todos lados. Es como si estuviese adentro de una historieta ilustrada donde proliferan burbujas por todos los rincones.

¿Qué dije? ¿Historieta ilustrada? ¿Es lo que estoy pensando? Porque si es así y si mal no recuerdo, es precisamente en las historietas ilustradas adonde se habla a través de burbujas. Sí, ¡son burbujas también!, pero no fugaces, estas no, estas encierran a las palabras, las fijan y señalan al personaje que las dice. No hay explosión alguna, no hay error alguno. Y me hago esta pregunta ¿Estará esto muy alejado de la realidad? ¿No vivimos cada uno la propia historieta, hablando a través de burbujas congeladas, haciendo todo lo posible para que no estallen?
Bueno, después de esta seria investigación debo confesar que me sorprende que justo esta clase de burbuja haya sido la que se hizo famosa en el decir cotidiano. No digo que sea la mala de la película, pero es que las otras me parecían mucho más atractivas. Aunque pensándolo bien no me sorprende en absoluto que las otras burbujas no hayan trascendido. Por supuesto, ¿cómo podría cristalizarse algo que es imposible de capturar? El secreto, como la sorpresa, nunca pueden (ni deben) trascender. Y si lo hacen, dejan de serlo al instante.
Kein Feuer, keine Kohle
kann brennen so heiß
als wie heimliche Liebe,
von der niemand nichts weiß.